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 Reflexiones a partir del relato cronológico 

Al estudiar en paralelo el relato fílmico de la ciudad con el relato de las ideas urbanas para Montevideo en el siglo XX, se reconocen elementos del imaginario que son compartidos entre cine y proyecto. Hay, en general, una convergencia de estos dos campos proyectuales en torno a lo que hemos definido como Imaginario Montevideo. Hay, por momentos también, claras divergencias.

 

Durante el período Siempre tendremos París, ambos relatos sobre la ciudad transcurren en perfecta sintonía, se reconocen encuentros entre el pensamiento proyectual de la ciudad y el imaginario fílmico construido.

El Uruguay Maravilloso complejiza un poco los vínculos entre cine y proyecto. La idea de Control descrita por Alemán en Hilos Rotos, coincide exactamente con el relato moderno-optimista que recorre la filmografía durante la década del 50. Pero los conceptos de razón, verdad, función, orden, luz, claridad y, sobre todo, utopía planteados por la autora, difieren radicalmente con el relato fílmico que instala el cine militante pocos años después. Por primera vez, los caminos del imaginario del proyecto y el audiovisual, divergen. Durante la dictadura militar, el proyecto cinematográfico impulsado por el régimen intenta construir la imagen de una ciudad en orden, disciplinada, donde la vida es apacible y respetuosa con las instituciones. Esta fábula urbana que presenta el cine –los noticieros propagandísticos que produce la DINARP- vuelve a coincidir, aparentemente, con los conceptos listados dentro del modelo discursivo de Control (razón, verdad, función, orden, luz, claridad, utopía).

En el período posterior a la dictadura militar, el clima reflexivo y revisionista presentado en ¿A quién le importa la ciudad? se presenta de manera recurrente tanto en la filmografía de la época como en el modelo discursivo sobre la ciudad. Nuevamente, cine y proyecto comparten elementos del imaginario.

El período rotulado como Nevermind recoge temas planteados por Alemán bajo el modelo de incertidumbre, y reconoce elementos compartidos entre cine y proyecto en torno a este modelo. Nevermind se aleja, inevitablemente, del otro modelo planteado en Hilos Rotos para el mismo período: equilibrio. Hay alli una nueva divergencia entre los caminos que recorren el imaginario urbano del proyecto audiovisual y una idea de ciudad que aparece con mayor fuerza desde el ámbito de la gestión urbana.

 

Es interesante descubrir cómo la percepción de la ciudad que se tiene desde ámbitos ajenos a la disciplina, reconoce, casi sin darse cuenta, ciertas visiones de ciudad que se desarrollan desde la gestión y la academia. Igual de interesante resulta ver, cuando las visiones no coinciden, en qué contexto es que esto ocurre. El cine, como expresión cultural, refleja esa percepción.

 

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«El alivio… se ha terminado. Ésa es la historia de la ciudad. La ciudad ya no está.

Ahora podemos salir del cine».

 

Rem Koolhaas

La ciudad genérica

Fin

 

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